En un circuito acostumbrado a ver las victorias en serie de Agustín Tapia y Arturo Coello, la épica de la pareja número siete del ranking no pasó desapercibida y marcó un parón en la hegemonía simbólica que venían confirmando los número uno. En este artículo vamos a desgranar cómo ‘Diburguer’ logró romper con la inercia y conseguir lo que muchos creían imposible.
El triunfo en tres sets de Martín Di Nenno y Leo Augsburger sobre Agustín Tapia y Arturo Coello en la final del Madrid P1 abre la puerta a un cambio de guion en el circuito. En medio del dominio de los número uno, la sorpresa madrileña ofrece aire fresco a un pádel que parecía condenado a la monotonía de ver siempre las mismas caras en semifinales y finales. Sin embargo, el desafío será comprobar si se trata de un punto de inflexión real o apenas de un episodio aislado.
Si revisamos los números que acumulan Tapia y Coello esta temporada, son realmente abrumadores; la realidad es que la tarjeta de presentación de los ‘Golden Boys’ mete miedo y sus rivales lo saben: tienen nada más y nada menos que 47 triunfos sobre 51 partidos sólo en esta temporada.
¿Esto duplica el mérito de lo conseguido por Ausburger y Di Nenno? La respuesta es un rotundo sí y el motivo de este doble premio (el deportivo y el moral) se explica desde la confianza que lograron estos dos jugadores al enfrentar a quienes dominan el pádel hace ya varios años.
El recorrido hacia la final de Madrid moldeó el carácter con el que los dos argentinos saltaron a la pista el domingo. En su camino dejaron sin opciones a Fede Chingotto y Ale Galán (pareja nº2), y a Franco Stupaczuk junto a Juan Lebrón (pareja nº3). Ese doble golpe de autoridad les dio una confianza renovada y un aura ganadora con la que se terminaron de confirmar en el partido decisivo.
Apenas iniciado el primer set, Leo dejó su sello con un revés fulminante que encendió la final. La secuencia se completó con una volea firme de Martín que les puso 30-0 arriba y les permitió cerrar con autoridad el primer game para adelantarse 1-0 en el marcador. Era una declaración de intenciones. La reacción de los número uno no tardó en llegar; fiel a su estilo, Tapia se adueñó de la red con agresividad, acompañado por un Coello decidido a empujar desde el fondo. La consigna fue clara: mantener la volea profunda y evitar a toda costa el globo corto que habilite el remate de Augsburger, un golpe que rara vez perdona.
Augsburger y Di Nenno sabían que no podían jugar de igual a igual. La clave estuvo en romper el guion habitual de los de Gustavo Pratto, evitar que se impusieran con su ritmo de puntos cortos y explosivos y para eso, decidieron alargar los intercambios, forzarlos a un desgaste que pocas veces sufren. Cada bola tuvo un sentido táctico: neutralizar el remate de Coello y evitar que Tapia manejara el tiempo desde el drive.
El resultado fue un partido incómodo para los números uno, obligados a jugar más de lo habitual y a arriesgar desde posiciones menos favorables.
Di Nenno, el cerebro; Augsburger, la energía
La dupla funcionó como un engranaje perfecto. Di Nenno fue el estratega, paciente y cerebral, controlando la red con una defensa casi quirúrgica. Supo leer los tiempos y marcarle a su compañero por dónde pasaba la oportunidad de hacer daño.
Augsburger aportó la frescura y la osadía, se animó a soltar golpes valientes en momentos clave, a desafiar la lógica y a jugar sin el peso psicológico que suele aplastar a quienes enfrentan a los número uno. Su atrevimiento rompió la barrera mental que tantas veces se interpone en la pista. Algo sí quedó claro: el «Madridazo» no es solo un triunfo más en la estadística.
Supone un mensaje al circuito: Tapia y Coello no son invencibles. La fórmula de Augsburger y Di Nenno con paciencia, estrategia y valentía, marca un camino para otros que busquen derribar la muralla de los números uno.
Ahora queda la incógnita: ¿fue una hazaña aislada o el inicio de una tendencia? Madrid dejó claro que el pádel tiene margen para la sorpresa y que, aunque Tapia y Coello siguen siendo los reyes, la puerta a la duda quedó entreabierta.