Es obvio que no están en su mejor momento, que hay un problema en la pareja y que empieza a desatarse la rumorología, el run-run de un posible cambio antes del final de año o de cara a 2027. ¿Las razones? No se saben, pero quizá el simple desgaste de la convivencia y los torneos.
El caso es que Ari Sánchez y Paula Josemaría, pareja que no hace tanto contaba sus partidos por victorias, tampoco podrá levantar este año en París el título, o al menos siquiera luchar por él, porque una dupla que parecía navegar a la deriva y que no encontraba la receta para pelear ante las de arriba, ha conseguido revertir su situación.
Martita Ortega y Tamara Icardo, haciendo uso de la defensa y la constancia, han sacado la cabeza a flote y han conseguido otra gesta más en Francia. Levantaron un primer set que se les puso muy cuesta arriba (5-2), llegando a forzar el desempate cuando parecían desahuciadas y con los brazos bajados, pero siguieron peleando y el premio llegó en forma de golpe a la línea de flotación (6-7).
La dinámica siguió igual que al principio en el segundo set, con Ari y Paula dominando y marchándose en el luminoso (4-2) pero ahí se volvieron a frenar. De nuevo las de Juani Mieres ajustaron dos o tres cosas y el guion cambió por completo para que tuvieran un final feliz. La dinámica permutó por completo y volvieron a encontrar espacios para arañar y terminar por obtener un break que fue la puntilla para la pareja nº2 (6-7 y 4-6).
Sufrieron por su parte Gemma Triay y Delfi Brea ante Andrea Ustero y Sofia Araújo. Tanto que el partido se acercó a las tres horas de pelea hasta que consiguieron sellar el triunfo.
El buen hacer en Madrid de la portuguesa y la española tuvo continuidad a pesar de las características tan diferentes de juego, pero ellas siempre compiten. Masterclass de Ustero para obtener la manga inicial, no sin trabajo, gracias a un break en el séptimo juego, cometiendo pocos errores y trasladando la presión al banquillo rival (4-6).
Triay y Delfi se han acostumbrado, eso sí, a navegar por aguas turbulentas y ahora tienen en la espalda un seguro en forma de tranquilidad y de saber que, con su juego y sin salirse del guion, todo les acaba resultando propicio. La dinámica la tienen con la flecha hacia arriba.
Tras sentarse a estudiar durante los primeros juegos, en el cuarto dieron el primer hachazo con un break, y más adelante darían otro para cerrar la segunda manga con un 6-2. «Ya estamos aquí», parecían decir.
De cabeza y sin pisar el freno se fueron a por la victoria, obteniendo otra rotura más en el cuarto juego del tercer set (les contestarían Andrea y Sofia con un contrabreak justo después) y tras pasar el ecuador con todo igualado (3-3), evitarían el jefe final, el tan temido desempate, con otro break, esta vez en el decimosegundo juego, poniendo finalmente el 4-6, 6-2 y 7-5 para colarse en otra pelea dominical.
Una final que sobre el papel puede ser una gran batalla en los cruzados, especialmente entre Brea y Ortega, por ver quién es capaz de tapar más huecos y secar el poderío ofensivo rival.
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