Tres de tres en los últimos tres años, números totalmente dominantes para Arturo Coello y Agustín Tapia en suelo galo. Francia y Roland Garros ya les conocen a la perfección.
Otra final y otro título para ellos a pesar de no estar al 100% físicamente (concretamente Tapia), y esta vez demostrando ante sus grandes rivales, Ale Galán y Fede Chingotto, que saben adaptarse a cualquier condición.

Duelo clásico para celebrar el domingo, un partido que en los primeros compases no tuvo historia, porque los hombres de negro enterraban la pelota, campaban a sus anchas y no encontraban ninguna oposición: todo lo que tocaban se convertía en oro. Convirtiendo cinco juegos seguidos, uno tras otro, cerraban la primera entrega con números casi impolutos y con un claro 6-1.

Buscaron soluciones en el banquillo el de Leganés y el Olavarría y en parte las encontraron, no fueron definitivas pero sí lo suficientemente buenas como para cambiar la dinámica. Pusieron freno a la sangría con un único break en contra, cedido en el tercer juego.

Convivieron con él y lograron hacer que la diferencia no fuera a más, llegando incluso ellos mismos a tener la oportunidad de igualar la contienda con un contrabreak, pero no la consiguieron aprovechar; sin embargo, Arturo y Agustín sí que fueron capaces de anotarse su oportunidad y de escribir su nombre en la primera pelota de torneo que tuvieron. Con ella, sentenciaron el triplete, escribiendo su nombre en el cielo de París (6-1 y 6-4) y obteniendo el noveno título de 2025.