Contraposición total en el apartado femenino. De la tranquilidad y el dominio más absoluto se pasó a la guerra total, a la ausencia de estrategia y al golpeo constante como único recurso. Había que herir o morir, no había otra opción.
Eso sí, al final quienes se llevaron el premio gordo fueron los aficionados alemanes porque tanto en la parte de chicos como en esta de chicas tendrán la ocasión de ver el domingo a las cuatro mejores parejas del ranking.
En clave femenina, sin embargo, costó sangre, sudor y lágrimas.

Gemma Triay y Delfi Brea necesitaron congraciarse con las musas para no ver empañada su estadística de finales ante la resistencia de Tamara Icardo y Martita Ortega, pareja que sigue dando pasos adelante y que parece que por fin ha encajado.

Más de dos horas de no rendirse ni bajar los brazos, de pelear y de tirarse de todo entre las cuatro, de desgastarse, para dejar una victoria por la mínima, con un break en cada parte (6-4 y 7-5) y la sensación de que al final la «suerte de los campeones» había echado un poco de ayuda a Gemma y Delfi, pues las cuatro merecieron la victoria.

Igual ocurrió, salvo que con los números cambiados, en el otro partido.
Ari Sánchez y Paula Josemaría, recuperando parte del terreno perdido y volviendo a unas semis, lograron sacar de la ecuación con una versión algo más ofensiva de lo que acostumbran, a Andrea Ustero y Sofia Araújo, pero también pidiendo ayuda a las musas, algo de inspiración extra (7-5 y 6-4).

Dos partidos que dejaron a las vencedoras con un magnífico sabor de boca y a las derrotadas con la sensación de que tocaron el billete a la final y de que, al menos por resultados, están algo más cerca de las dos mejores.