Hay ocasiones en que una victoria supone un bálsamo muy importante para un deportista y en este caso, la sensación de alivio fue enorme, gigantesca. Era MUY necesaria. Ale Galán y Fede Chingotto necesitaban volver a tocar metal como quien pide agua en el desierto. Era necesidad vital.
Tras tres meses en el dique seco (no ganaban desde el Major de Roma en junio) han vuelto a sonreír un domingo y no a ver desde fuera de la pista cómo sus principales rivales, Agustín Tapia y Arturo Coello, festejaban y salían en la foto del confeti. Esta vez, en Düsseldorf, los protagonistas han sido ellos.

Y lo han conseguido con bastantes contratiempos en la primera manga, pues tras medirse muy de cerca y comprobar el estado de los rivales, las dos parejas se lanzaron al ataque. Primero golpearon los nº1 rompiendo el servicio rival en el séptimo juego, lo que en cualquier otro partido hubiese supuesto el punto final al primer set, pues por delante Coello y Tapia son dos apisonadoras, pero Ale y Fede supieron responder. Recuperaron el break en contra para empatar el partido al paso por el décimo juego (5-5) y sacaron toda la artillería que tenían a partir de entonces.
El partido se convirtió en un cruce de intenciones y de pólvora que les citó en el desempate, donde nuevamente hubo mucha igualdad y donde al final, por méritos propios, Galán y Chingotto consiguieron hacer cumbre con el noveno punto (6-7(7)).

Minutos después, tras volver del banquillo, ocurriría algo poco inusual y que sorprendió quizá a propios y extraños: Arturo y Agus no aparecieron. Los pupilos de Jorge Martínez arrollarían a sus adversarios rompiendo su saque nada más comenzar y volvían a hacerlo en el séptimo juego, dejando la final prácticamente sentenciada ante lo desdibujado del juego del vallisoletano y de el de Catamarca.

La pista se puso del lado de Ale y Fede, quienes acabarían por imponerse con un 6-7 y 2-6 para llevarse una victoria muy balsámica que les refuerza sobremanera de cara al tramo final de la temporada. Es un P2, pero para ellos sabe como el mejor néctar posible.