Se frotan las manos los aficionados en Roma con lo visto en las semifinales y más aún con lo que verán hoy domingo en la gran final. Punto por punto, el mejor partido posible de pádel masculino, una pelea por el título sublime, máxime teniendo en cuenta cómo han llegado ambas parejas.
Remontada a un lado y remontada al otro, una bastante más lógica que la otra, pero las dos gestionadas con una táctica fantástica y con un enorme despliegue de fuerzas.
Primero, la de Ale Galán y Fede Chingotto, quienes se veían con Juan Lebrón y Franco Stupaczuk, partido con cuentas pendientes y con morbo; un duelo que ya pudimos ver en Miami y que en esta ocasión iba a tener el mismo resultado: cara para el madrileño y el argentino.
Eso sí, Lebrón y Stupaczuk empezaron mucho mejor y por momentos desplegaron un pádel que hacía mucho daño, que provocaba turbulencias y que abría vías de agua en el barco de ‘Chingalán’. Cometiendo muy pocos errores, se llevaron un primer set que bien pudo tener más margen, pero la defensa de Ale y de Fede evitó males mayores (4-6).
Seguían apretando Juan y Franco a un Chingotto que no estaba cómodo y que sufría en el juego de dos contra uno, pero apareció su compañero para salvar los muebles cuando peor estaban las cosas. Se hizo más grande de lo habitual en la pista, empezó a acaparar más juego y zona de influencia y gracias a ello, obtuvieron un break que fue el inicio de su remada contracorriente. Ese octavo juego cimentó todo. Tuvieron opción de igualar antes, pero no lo lograron y se vieron avocados al tie break, donde su cadencia fue mayor. Los puntos caían casi únicamente en su casillero (7-2) y eso permitió que llegara el empate (7-6).
El no poder certificar el partido a pesar del empuje de su entrenador y de tener a uno de los dos rivales con problemas de efectividad (algo poco habitual en Chingotto), además de haber cedido el empate, causó estragos en la moral de la pareja nº3, que pasó de pelear de tú a tú a ser mera invitada al partido.
Un parcial de 4-0 supuso su sentencia y permitió incluso ahorrar algo de fuerzas a Galán y Chingotto, quienes terminarían por cerrar la eliminatoria en el octavo juego (4-6, 7-6 y 6-2).
Del sufrimiento al dominio absoluto. Así fue la receta seguida por Arturo Coello y Agustín Tapia, quienes se vieron ante el desparpajo de la pareja revelación del torneo, Javi Leal y Fran Guerrero, quienes además jugaron sin tapujos y aunque no se llevaron la victoria, sí un premio moral importantísimo.
Porque prácticamente nadie ha sido capaz este año (y tampoco el pasado) de hacerles un set a los nº1, pero ellos sí. Aprovechando su inercia de toda la semana e intentando acabar pronto para que su exigido físico no se resintiera, Leal y Guerrero buscaron presionar mucho con sus voleas, bandejas y víboras, intentando obligar a los líderes a defender y a no salir mucho del cristal. Consiguieron que su fórmula funcionara en parte y con ello consiguieron llegar al tie break, donde el desparpajo y la insistencia cobraron premio (6-7).
A raíz de volver de los banquillos, y espoleados por ese golpe en contra, Tapia y Coello arrasaron. Literalmente. Subían el nivel varios puntos y conseguían provocar el caos total en los rivales, demostrando que para ganarles hay que hacerlo muy bien durante mucho tiempo y que no te puedes fiar. El vallisoletano y el de Catamarca volaron sobre la central del Foro Itálico con dos parciales arrolladores que provocaban un vuelco al partido y les situaba en la final de este domingo (6-7, 6-2 y 6-2), derribando el sueño de Javi Leal y Fran Guerrero, quienes al menos se van con un buen saco de puntos.
Un domingo de gran pádel nos espera con la final entre Coello y Tapia ante Galán y Chingotto. Duelo de estrellas en la ciudad eterna.
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