Cuando suele haber aroma de partido grande, por el motivo que sea, este no suele defraudar. Y en Valladolid, en la Plaza Mayor, se alinearon todos los astros, porque a los nombres presentes se les unió lo extraportivo, el guion de una película que durante la semana fue cogiendo temperatura por unas declaraciones que echaban más leña al fuego de la historia Lebrón-Galán.
Había ganas de verles frente a frente nuevamente y así ocurrió en semis. Ale Galán y Fede Chingotto tenían delante a Juan Lebrón y Franco Stupaczuk (cinco veces se habían visto ya las caras, dos este año) y entre los dos españoles, cuentas pendientes, venganza y cierto rencor.

El público calentaba un ambiente ya de por sí de muchos grados, pues los abanicos en la grada y la rapidez de la bola delataban que el mercurio podría causar estragos, y así ocurrió durante más de dos horas. El partido fue magnífico e igualado a más no poder.
En la primera manga, la pareja que sacaba se hacía con su servicio, además de manera rápida, y apenas hubo opciones de break, por lo que tuvieron que citarse en el desempate, el cual sería favorable a Ale y Fede con un acumulado de 7-4; el primer set caía de su lado y daban el primer paso (7-6).
La reanudación sería para los pupilos de Carlos Pozzoni, ya con las aguas más calmadas entre ellos (al menos en apariencia): empezaron a asociarse, a encontrar su esencia, a que Lebrón disfrutara y provocara cierto caos, mientras que Stupa fijaba al fondo y abría ángulos. Sin embargo, respondieron con la regularidad que habitúan Galán y Chingotto pero no impidieron que en el primer juego llegara el break en contra suya, uno que valdría oro para la pareja nº3, pues les serviría tras diez juegos para empatar el marcador (4-6).

En el tercero, llegaron a estar Stupa y Lebrón 3-5 arriba y restando para hacerse con el partido, pero se revolvieron y de qué manera Ale y Fede. No solo empataron la contienda con dos juegos seguidos, sino que se anotaron un tercero para ponerse por delante (6-5) y poner contra las cuerdas a los de Pozzoni.
Pero pasa que los grandes partidos como este, los que escriben su propia historia y quedan para los anales del deporte precisan de algo más y el duelo nos regaló un nuevo tie break. Y en el desempate, apareció toda la magia del binomio andaluz-argentino. Stupa manejaba y Lebrón disfrutaba y hacía disfrutar, poniendo un 0-3 de entrada que se convirtió en un 1-4, 1-5, 1-6 y quién si no Juan Lebrón sería el que pondría la guinda. Con Galán fuera de su posición, remataba (ya con la cuenta perdida de cuántos smashes durante el partido realizaba) y se traía la bola para hacer enloquecer al público (7-6, 4-6 y 6-7) y para conseguir, por vez primera, ganar a Ale y Fede. Juego, set, partido y acceso a la final.

Por el otro lado del cuadro, Arturo Coello y Agustín Tapia, con algo más de trabajo que en días anteriores, se tuvieron que esforzar más de lo previsto en defensa para imponer su favoritismo ante dos jugadores que llegaban con la moral por las nubes y, sobre todo, nada que perder: Javi Leal y Francisco Guerrero.
Los dos españoles, rompiendo todos los moldes, habían logrado el más difícil todavía hasta la fecha, llegar a las semifinales y tener entre ceja y ceja a sus posibles nuevas víctimas. Pero los nº1 son caza mayor y no están al alcance de cualquiera.
Eso sí, no perdieron la oportunidad de, al menos, soplarles en el cogote en todo momento y dejarles solo un mínimo resquicio en ambos parciales. Un 6-4 y 6-4 que fue muy rápido, apenas una hora de juego, muestra de lo que la bola corría y de la celeridad de los golpes de ambas parejas pues en apenas cuatro, cinco intercambios, había punto.
Tapia y Coello se impusieron y llegan a una nueva final, el segundo ante su público, pues quiere ganar ahora en la Plaza Mayor y volver a regalarse su título más especial. ¿Qué ocurrirá este domingo?