Final con cuentas pendientes en la categoría masculina. Róterdam permitió vivir otro duelo ya clásico en el pádel profesional, la eterna lucha entre cuatro titanes que torneo sí, torneo también, llegan a la final y se pelean por ver quién levanta el título. Esta vez, al contrario de lo sucedido en Dusseldorf, la cosa cambió, y los nº1 volvieron a reinar.
Llegaban Arturo Coello y Agustín Tapia con la espinita clavada desde Alemania, donde además cayeron con estrépito en el segundo parcial (7-6 y 6-2) ante los mismos rivales, Ale Galán y Fede Chingotto, y querían devolver el golpe. Y lo hicieron.
En un primer parcial en el que percutieron una y otra vez, avisando ya desde los primeros intercambios al romper el servicio de Chingotto (1-0), ampliando varios juegos después el margen (4-2) a pesar del enorme despliegue físico de un Galán que se mató a correr y un Chingotto que buscaba una y otra vez sellar en el fondo al de Mojados. Eso convirtió el partido en un ir y venir constante que acabó en el noveno juego con una pelota que intentó bloquear el «Ratón» y que se marchó a la verja (6-3).
Tenían que dar no uno, sino un par de pasos más en dirección a la red y hacerse fuertes ahí los de Jorge Martínez si querían revertir la situación y que el partido se pusiese con sus colores. Lo consiguieron con mucho, mucho esfuerzo porque Coello se volvía enorme cada vez que caminaba hacia delante en transición y Tapia cubría mucho espacio y barría desde atrás, y sólo jugando al 120% lograron el madrileño y el argentino iniciar su ascenso (2-1).
La exigencia era superlativa (3-3) porque se estaban tirando de todo, siempre con las peores intenciones (deportivamente hablando) y la bola a veces volaba tanto y tan rápido que era imposible seguirla con la vista; puntos rápidos, otros más trabajados, recuperaciones, remates…era puro pádel-espectáculo y cada punto una batalla ganada. No había espacio para tomar aire y así llegaron al 5-4 y servicio para los nº1, que desaprovecharon la oportunidad break mediante (5-5) y después vieron cómo había que ir al tie break para decidir si la cosa se alargaba y el físico pedía oxígeno o si el partido concluía.
Se pondrían de entrada por delante Galán y Chingotto (0-2) pero luego reaccionarían los hombres de negro para permitirles hacer sólo dos puntos más y ser ellos los que sentenciaran la eliminatoria. Se pasó al 2-2, luego al 3-2, 3-3, 3-4 y final. Desde ahí, los tres puntos siguientes fueron obra de los de Martín Canali. Devastadores, sumaron tres de tres para reinar nuevamente en tierras holandesas y recuperar el pulso de los títulos (6-3 y 7-6).
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