Los sueños empiezan cuando los escribes, no cuando los deseas. Y ellas lo han escrito todo. Punto por punto, título por título, abrazo por abrazo. Ari Sánchez y Paula Josemaría no solo han formado una pareja deportiva, han hecho historia convirtiéndose en una pareja de leyenda. Una combinación destinada a desafiar las estadísticas y a enamorar a miles de aficionados, dejando una huella imposible de borrar.
Cinco años juntas bastaron para construir una leyenda, para romper techos invisibles y empujar al pádel femenino hacia una dimensión inédita. Sus 44 títulos, la cifra más alta lograda por una pareja femenina, no son solo victorias: son capítulos de una historia escrita con 335 victorias en la que han grabado sus nombres punto a punto. Sus 74 finales, un mapa completo de sacrificio, constancia, talento y ambición.

Y como si de una prueba del destino se tratara, tras perder el número 1 en el último torneo de 2022, regresaron a la cima con una fuerza que sólo tienen las campeonas. No solo volvieron, la defendieron durante dos años, demostrando que su dominio no fue una casualidad, sino una declaración de identidad. Esta temporada se despiden habiendo levantado un total de seis títulos Premier Padel.
Pero este 2025 también han sido Campeonas del Mundo, y lo serán durante los próximos dos años. Juntas ya habían firmado una temporada que pertenece al mito, con 14 conquistas escritas con fuego. Y todo comenzó en Madrid, en 2021, con aquel primer título que fue más que un triunfo: fue la primera señal de que algo histórico acababa de empezar.

‘Dinamita mágica’. La sutileza que quiebra lógicas y la potencia que rompe moldes. La magia de Ari, capaz de iluminar cada rincón de la pista, y la explosión de Paula, pura energía, pura determinación. Juntas fueron equilibrio y tempestad. Arte y vértigo. No solo lo ganaron todo, han marcado una era. El ejemplo de que con respeto, trabajo y empatía también se pueden conseguir los sueños.
Este año se despiden, conscientes de que lo vivido no cabe en un post ni en una crónica. Porque algunas historias no terminan, sencillamente cambian de forma. Lo que dejan es una estela que no se apaga, una luz que seguirá guiando a cada niña que empuñe una pala soñando parecerse a ellas, a cada generación que encuentre en su historia un ejemplo de coraje, de complicidad y de ambición.

Una de las parejas más históricas del pádel femenino se separa, sí. Pero los sueños que escribieron juntas seguirán latiendo, eternos, en la historia de este deporte. Porque no solo ganaron partidos, enseñaron que el pádel también se puede escribir con mayúsculas cuando se juega con el corazón.




