Ya anunciamos en la previa que eran, sin duda, la pareja revelación del año. Alejadas de los focos, pensando siempre en mejorar y en subir escalón a escalón hasta estar con las mejores, llegaban al inicio de temporada no entrando quizá en ninguna quiniela, simplemente pensando los aficionados y expertos en pádel (entre los que se incluye el que escribe) que podrían llegar a unos cuartos o como mucho unas semis, pero nos han hecho darnos cuenta de nuestro error.
Delfina Brea y Tamara Icardo, gobernadas con absoluta solvencia por parte de todo un maestro como Gaby Reca, han tirado abajo todas las puertas y obstáculos que se les han puesto por delante y en este torneo más que nunca. Ante ellas, dos rivales que desde hace unas semanas se han instalado también en la exquisitez, en la más pura excelencia en cuanto a resultados, Virginia Riera y Patty Llaguno, dos que hacen del pádel control su modus operandi, su estilo de vida.
Eran las favoritas por ranking y por haber ganado (sorprendentemente) la cita anterior, pero ante ellas tenían una pareja joven, con ansias de victoria y que llegaba tras dejar por el camino murallas tan altas como las de Gemma Triay y Alejandra Salazar en cuartos o las de Marta Marrero y Martita Ortega en semis.
Estos dos duetos presentaron un partido trabajado en todos los aspectos, en lo físico, en lo táctico y en lo mental, muestra de lo que sus dos técnicos han sido sobre la pista y aunque arrancaron mejor Llaguno y Riera merced a un break en el primer juego, pronto el campo se inclinó totalmente hacia el otro lado, pues la argentina y la valenciana recuperaban el golpe recibido y, con seis juegos seguidos se llevaban a los bolsillos el primer parcial. Demostración total de ganas, de empuje y de pádel.
Más igualado estuvo el segundo, aumentando Patty y Virginia sus números en defensa y sabiendo controlar mejor el poderío aéreo de Tamara unido a las bandejas de Delfina, lo que les permitió pegarse a las chicas de Reca y que no fuesen tan dominantes. Así llegaron ambas parejas al noveno juego, donde todo se desequilibró: oportunidad perdida para cerrar el partido, pérdida de otras dos bolas de partido en el décimo juego y, finalmente, empate a 5.
Pero ahí se quedaron las de Neki Berwig, incapaces de dar ese pasito extra necesario para forzar al error y para alargar el choque, quedando la iniciativa para brea e Icardo quienes, con dos juegos seguidos, acapararon todos los focos (6-1 y 7-5).
Victoria incontestable, sonrisa eterna y brillo en los ojos. Habían hecho historia, y habían devuelto a Argentina un título al máximo nivel.
La argentina y la valenciana se convierten así en la primera pareja fuera de las ocho mejores en conquistar un torneo del circuito profesional, además de servir como bautismo en las mismas lides para Icardo, quien ni siquiera había alcanzado hasta ahora una final.
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